domingo, 17 de enero de 2010

X Jornadas de Comunicación e Investigación en Filosofía (UNL) - Mesa redonda: "Dimensiones de la pasividad"


Mesa redonda "Dimensiones de la pasividad. El rol sintético de la repetición en G. Deleuze", presentada en el marco de las X Jornadas de Comunicación e Investigación en Filosofía de la Universidad Nacional del Litoral - 12-14 de noviembre de 2009.
El eje conductor de la propuesta reside en la reconstrucción de los elementos positivos que Deleuze desarrolla en Diferencia y Repetición a fin de caracterizar su concepción de la ontología. En esta dirección, las comunicaciones se concentran en la exposición pormenorizada y sistemática del capítulo 2 de aquella obra, haciendo hincapié en las nociones de síntesis pasiva, subjetividad larvaria, repetición y sistema de diferencias. La mesa está compuesta por cuatro ponencias.
1. Larva, fisura e inserción ontológica en la concepción deleuciana del sujeto: aproximaciones desde las filosofías taoísta y spinozista.
Verónica Kretschel (UBA) y Matías Soich (UBA)
Resúmen: En la medida en que se descubre la fundación pasiva de la subjetividad, el sujeto se escinde. Esto implica una distancia entre el sujeto que piensa y las condiciones que posibilitan su pensar. Por tanto, realizar un estudio acabado de la subjetividad implica dar cuenta de los procesos que operan entre aquello que afecta y el sujeto en tanto afectado; es decir: del ámbito de lo trascendental. Con todo resta explicar aquí qué es aquello que ocasiona la fisura del sujeto. Intenta responder Deleuze a esta cuestión sosteniendo que aquello que atraviesa y quiebra la subjetividad es la temporalidad. Para dar cuenta de esto, piensa el tiempo articulado a partir de la relación entre tres síntesis que operan pasivamente. Cada una de ellas no sólo es correlativa de una instancia temporal (presente, pasado y futuro), sino que cumple funciones específicas que permiten, a la vez, dar cuenta de la experiencia subjetiva del tiempo, y sostener una ontología de la diferencia. Deleuze describe el quehacer de estas síntesis en dos momentos. En ambos el proceder es el mismo: se explica, primeramente, la relación entre la primera y la segunda síntesis, pareciendo ofrecer una concepción unitaria de la temporalidad, para luego introducir la tercera que pone en evidencia el carácter fundado de ese primer análisis y hunde de lleno el fundamento en la diferencia. El primer objetivo de este trabajo será reconstruir la articulación entre las síntesis, lo que nos permitirá en segundo término describir la noción deleuciana de sujeto. Éste aparece fundamentalmente como sujeto pasivo y como sujeto larvario. La pasividad del sujeto no es definida por Deleuze como la simple receptividad o capacidad de ser afectado, sino más bien como su condición de ser indistinguible de los dinamismos ontológicos que se realizan en él a través de las tres síntesis. Así, en la síntesis orgánica del presente, el sujeto se manifiesta como yo pasivo que contempla y contrae los instantes individuales, siendo él mismo contemplación y contracción; en la síntesis del pasado puro, el yo pasivo se descubre a sí mismo como un grado de contracción y distensión del fundamento; finalmente, la síntesis del futuro implica la transformación radical del yo a partir de la expulsión de la fundación y el fundamento. En todos los casos el sujeto pasivo es también larvado, es decir inacabado, parcial y compuesto; según Deleuze, el sujeto no podría soportar los dinamismos ontológicos de la diferencia y la repetición de no ser una larva. Entre estas dos características de la subjetividad deleuciana, pasividad y estado larvario, hay así una relación necesaria que responde a los requerimientos de una ontología de la inmanencia. Dicha concepción del sujeto y de su relación con la ontología aparece ya en la filosofía de Spinoza, pero puede rastrearse mucho antes, en el pensamiento taoísta del Tao Te King. El segundo objetivo de este trabajo es entonces explorar la subjetividad deleuciana a la luz de sus fuertes analogías con las concepciones spinozista y taoísta.

2. Repetición y temporalidad: la constitución de la subjetividad de Habitus a Tánatos a través del camino erótico-mnémico.
Facundo López (UBA) y María de los Angeles Ruiz (UBA)
Resúmen: Al intentar desentrañar el sentido que Deleuze otorga a la noción de repetición, es importante partir de su carácter temporal entendiendo que el tiempo se constituye en la síntesis originaria que se dirige hacia la repetición de los instantes. El tiempo se constituiría mediante síntesis; una de ellas es la síntesis pasiva de la imaginación en donde se produce la contracción de los instantes, dando lugar a la emergencia del hábito. Se trata de una síntesis pasiva que produce sujetos larvarios.
Una segunda síntesis, también pasiva, de la memoria constituye el pasado puro, y hace del antiguo presente y del actual elementos del pasado. Tomando la concepción bergsoniana, en donde cada presente es el pasado completo en el grado máximo de concentración, el pasado está compuesto de objetos virtuales que preexisten a su propio presente.
La imposibilidad de la captación del presente viviente por medio de la reflexión indica que el ámbito de polarización unitaria de un yo que se re-presenta a si mismo (es decir, de un yo que se impone como vía de acceso privilegiado para la reunión de las vivencias concientes) debe, por lo tanto, tener como base genética la retención y la dimensión del pasado. Este desvarío fenomenológico tiene una (per)versión deleuziana en el despliegue doble de expresión y ocultamiento de(l ser de) la diferencia; el mismo establece tanto el mecanismo de una repetición compleja que articula in-mediatamente las series de diferencias, acopladas por Habitus, en una re-sonancia interna diferencial [solo puede resonar, sabemos, lo que esta (re)tenido en (re)tensión], como también el proceso (re)vertido en la representación del yo como unidad, identidad y mismidad. Tal es la función que cumple el complejo Eros-Mnemosyne, como segunda síntesis del tiempo, al establecer las condiciones de emergencia de una objetividad al mismo tiempo que la instauración sonante-diferenciante de un yo (sobre todos aquellos sujetos larvados) en una activación de la síntesis pasiva que tiene como correlato la profundización de la misma hacia una segunda síntesis del tiempo.
Por último, la tercera síntesis del tiempo no es más que el futuro y es analizado por Deleuze desde el eterno retorno nietzscheano. El tiempo liberado del movimiento emerge bajo la forma del cambio, pero una forma de cambio que no cambia, un tiempo fuera de sus goznes como dirá Deleuze, con su orden invariable, aplastante que lo asimila al instinto de muerte.
Nuestro trabajo será, entonces el de pensar en primer lugar, la ontología de la subjetividad en relación a la constitución del inconciente, es decir, intentaremos mostrar la perspectiva deleuziana de la conformación del espacio de interioridad propiamente egológico en relación a las síntesis del tiempo y al rol que en ellas juega el ensamble Eros-Mnemosyne, y pensar también la relevancia del concepto de repetición en un mundo sin dios donde Deleuze recurre al eterno retorno en un sentido de repetición por exceso. El tiempo aparece como una forma sin contenido que a su vez se impone a todo contenido desenmascarando la disolución de un yo único e idéntico para diseminarlo.


3. Dos muertes. Blanchot-Freud-Deleuze.
Alejandro Lumerman (UBA) y Andrés Osswald (UBA)


Resúmen: Mientras que la conciencia y sus representaciones viven del no-ser propio de lo negativo, en el cual se reconoce el Yo en toda su virilidad, en su poder sobre el ser, negatividad o diferencia esta sobre todo apropiable mediante el trabajo, nos dice Deleuze que el inconciente “vive del (no)-ser de los problemas y de las preguntas”. Nos proponemos aquí analizar esta diferencia, bajo la pregunta ¿remiten los dos a una misma experiencia o prototipo de la muerte? Deleuze nos remite al tratamiento que hace Blanchot de la muerte en El Espacio Literario. En efecto, allí el autor se pregunta si acaso nos es posible morir. La muerte parece ser una necesidad de la vida, lo único necesario incluso, frente a todo lo que aún le es posible, tragedia inevitable del final, al fin. ¿Pero nos es posible apropiarnos de esta verdad, asumirla como nuestra posibilidad, ya que ella nos atañe a cada uno del modo más personal? Por esta vía discurre Heidegger, que encuentra en el ser-para-la muerte la posibilidad extrema de la existencia, la posibilidad de su imposibilidad, por la cual esta se afirma a sí misma y accede a su autenticidad de ser sus propias posibilidades. Sin embargo, en este pensamiento, nos dice Blanchot, lo esencial de la muerte, la imposibilidad de la posibilidad, permanece impensado en tanto su misterio es reducido a la nada de ser. El acontecimiento de la muerte, entonces, debe ser pensado más allá de mi propia coherencia e identidad, revelando mi extrema pasividad y el fondo anónimo del que se nutre toda afirmación. “Más allá del principio del placer” constituye un hito en la obra freudiana, al menos, por tres razones: 1) Se reconoce la insuficiencia del principio del placer como instancia reguladora de la vida anímica. 2) Se abandona el dualismo entre pulsiones de conservación- pulsiones sexuales en favor de la nueva oposición pulsión de vida (Eros) – pulsión de muerte (Tánatos). 3) Se extiende el ámbito de acción de la vida pulsional hasta constituirse en principio ontológico: la compulsión a la repetición que da testimonio de la pulsión de muerte busca el regreso hacia la fuente inanimada de la vida. En cierto sentido los dos últimos puntos son consecuencia del primero: Freud advierte que la tendencia al placer entendida como disminución de la tensión conduce inexorablemente a la muerte. En contraposición, la pulsión de vida opera como el principio disruptivo de la armonía propia de lo inanimado. La crítica de Deleuze se concentra en la teoría de la repetición que subyace a la propuesta freudiana, a saber: la repetición concebida como el intento inmanente de la vida por retornar a su origen inanimado. Si, por el contrario, la repetición es pensada como la síntesis pasiva que reúne a las excitaciones a fin de posibilitar el placer, se vuelve necesario redefinir el más allá buscado en términos de una repetición que no repite un original sino que produce diferencias. La muerte, en consecuencia, deviene una potencia de vida.


4. Sistemas de sistemas, al infinito
Julián Ferreyra (UBA)

Resúmen: Deleuze lo había anunciado en el prefacio: Diferencia y repetición es una novela policial. Los conceptos aparecen para resolver una “situación local”. Y lo hacen cuando el misterio ya se ha hecho presente. Sin que los esperemos. Desde las sombras engendradas por una trama que ocultaba y al mismo tiempo expresaba la clave del misterio. Nos proponemos estudiar en esta ponencia cómo interviene el concepto de “sistemas múltiples” para resolver el misterio de la vida biopsíquica. En efecto, por debajo del orden expositivo (primera síntesis del presente o de Habitus, segunda síntesis del pasado Mnemosine, tercera síntesis del futuro o Tánatos) se va tejiendo una referencia problemática a la experiencia del yo: síntesis perceptivas y orgánicas, contracciones del yo contemplativo con Habitus; el yo como punto de junción de la serie de los objetos virtuales y los reales en Mnemosine; el superyo como acción = x en Tánatos… ¿No nos está presentando en definitiva Deleuze una nueva fenomenología, aunque está sea del inconsciente, sub-representativa y ultrahumana? ¿No sigue siendo el yo, aunque disuelto, el protagonista? Sólo tras habernos llevado por todas las peripecias de este yo pasivo Deleuze nos mostrará que toda la descripción de las primeras 50 páginas del capítulo 2 era un sistema, el sistema de la vida biopsíquica, y que desde el punto de vista ontológico existe una multiplicidad infinita de sistemas. Los sistemas aparecerán entonces, cual atributos spinozistas, como absolutamente infinitos, a pesar de que nosotros conozcamos, en nuestra experiencia finita y particular humana, sólo algunos: fundamentalmente, el de la vida biopsíquica.


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